El negocio del cine y Amazonia
En el mercado internacional competitivo, una película es vendida por un distribuidor a un exhibidor de un país, digamos Ur, por un precio que depende sólo del potencial económico de la película o sea lo que puede producir en Ur. Este precio aumenta cuando es vendida a Nínive donde puede producir más. Gustavo Cisneros hace poco declaraba a la prensa que el mismo capítulo de una telenovela podía venderse en 250 $ en un país emergente pero que en Estados Unidos se vendía en 50.000 $. Pero cuando el mercado del cine no es competitivo sino que está monopolizado, como en Venezuela, las cosas son distintas. Los representantes de las grandes distribuidoras norteamericanas en conchupancia profunda con los distribuidores y exhibidores locales traen las películas, no las compran, y envían a los E.U. las ganancias que producen en Venezuela. El Estado venezolano, a través de Amazonia Films, se propuso, con total desconocimiento de la materia, meterse en el mercado sin cambiar su estructura, “para ofrecer… una nueva oferta audiovisual de gran diversidad y calidad” (Juan Carlos Lossada en U.N. 8.10.05). Por supuesto que el monopolio, a sabiendas de que se trata de funcionarios-fósforos, siempre al borde de que los raspen, no ha exhibido ninguna de sus películas. El lamentable resultado es que Amazonia se ha visto obligada a presentar su último estreno, El Rey, sólo en la salita de la Cinemateca Nacional en el CELARG. Tremendo fracaso.
Alfredo Roffé
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 16 de febrero de 2006