el dedo en el ojo: Sin City

martes, septiembre 20, 2005

Sin City

A estas alturas, casi puede adivinarse que el legado de Quentin Tarantino al cine no pasará de referirse a la forma que él ha seleccionado para contar sus historias y al gusto por regodearse en la violencia.


En el primer aspecto, Tarantino experimentó con Reservoir Dogs (1992) y comprobó los resultados gracias a Pulp Fiction (1994). A grandes rasgos, se trata de historias donde arbitrariamente el inicio puede presentarse a mitad del filme y el desenlace no necesariamente coincide con el final de la película. No es que esto sea muy original, pero a partir de Tarantino fue una especie de descubrimiento para algunos realizadores industriales que, al adoptar este estilo, parecían adquirir cierto prestigio autoral a través de películas más o menos logradas.


Por otro lado, con sus Kill Bill (2003 y 2004) Tarantino desarrolla al máximo la otra opción, la del regodeo extremo en la violencia a partir de una anécdota cuya importancia dramática es mínima en comparación con los sangrientos efectos que produce.


Su principal heredero y pupilo, Robert Rodríguez, es un alumno bastante adelantado y ha aprendido al dedillo las enseñanzas del maestro. Al menos en cuanto a expresión se trata. En este sentido, Sin City es una muestra desbordada de cabezas cortadas, canibalismo, pedofilia y amputaciones de brazos, piernas y genitales masculinos con ese buen gusto que destilan los museos de cera, pero con la magia de la imagen en movimiento y el preciosismo que ofrecen los recursos digitales de Hollywood para este tipo de escenas.


Sin embargo, es en la construcción de la historia donde el alumno muestra sus mayores debilidades. Sin City es una película fragmentaria, que se articula alrededor de tres historias bastante aisladas una de otra con la intención de alcanzar una síntesis final que resulta, cuando menos, forzada. De hecho, sólo dos planos a lo largo de todo el filme pretenden este cometido sin mucho éxito. Un intento que demuestra, simplificando bastante, un mínimo esfuerzo creativo si se compara con la construcción global de Pulp Fiction, por ejemplo.


Aparte de esto, sólo resta mencionar el estilo visual utilizado por Rodríguez y los directores que lo acompañan en esta creación a casi seis manos. Un estilo que intenta imprimirle al filme el aspecto del comic que es fuente original de la historia, pero que en poco tiempo se agota como efecto, sin contar la duración excesiva de cada uno de los episodios. Si no fuera por el desconocimiento de la economía narrativa y un leve descuido en la integración de las historias, Sin City –con tantas mutilaciones y esa gama de colores utilizada para mostrar los chorros de sangre- sería un producto ideal para obtener la mejor calificación en el curso que dicta Tarantino a sus seguidores más fieles.


Ricardo Azuaga

2 Comments:

At 2:56 p. m., Blogger el dedo en el ojo said...

Querida Iria:
gracias por tu atención.

Yo también creo que, con el paso del tiempo, Pulp Fiction sale ganando. Lo malo es que mr. Rodriguez copia el esquema, pero no alcanza ningún logro a narrativo, estético o ideológico que valga la pena mencionar.

Seguimos hablando de cine.

 
At 9:52 p. m., Blogger Don't Get Nasty Brother said...

No los entiendo, Robert Rodríguez le deba más al propio Frank Miller (co-director de la película y autor de la novela gráfica en que se basa) en la forma "fragmentada" de contar la historia como ustedes dicen, que al propio Tarantino...

 

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