Los infiltrados (The Departed, 2006)
Declarado maestro del cine por la opinión mundial, Scorsese impresiona de nuevo público y crítica con otra “película de acción”, que retoma con desenvoltura el argumento de un filme chino (Infernal Affairs, Hong Kong, 2002) para volver al discurso sobre la violencia que predomina en su obra. Quizás por estar situada en Boston en lugar que en Nueva York, aquí en Los infiltrados el ambiente resulta bastante indiferente y lo que marca la atmósfera es la asepsia de las modernísimas oficinas policiales, análoga a la de las pocas viviendas que se muestran. La historia está confiada a los planos cortos, ajustados al juego de los actores (todos magníficos y estremecedores), y a un montaje nervioso y preciso que pareciera no darse abasto para contar de causas, efectos, simultaneidades y sorpresas. Como ocurre desde Buenos muchachos, la hipérbole transforma la violencia en ferocidad, pero aquí invade llamativamente también el lenguaje, agresivo y soez como nunca. La clave de lectura del exceso es el tema del doble juego, de la traición, que permite al peculiar moralismo de Scorsese mostrarse de frente. Visual y verbalmente, la película concluye: “somos un país de ratas”.
Ambretta Marrosu
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 16 de noviembre de 2006
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