Habana, Havana (2006)

Los primeros 40 minutos de Habana, Havana transcurren sin que se sepa quiénes son los personajes, de dónde vienen ni hacia dónde van. El habitual estilo contemplativo de Alberto Arvelo intenta mostrar una cierta poesía en las acciones de éstos y en el entorno que los rodea. Lo sabemos por el uso de la música –puntual o ambiental-, por las descripciones de la derruída ciudad de La Habana y sus depauperados habitantes, por la ausencia de diálogos hasta bien entrado el film. Pero el universo expresivo del cineasta es plano, sin matices, sin sugerencias, y esto da lugar a una historia sin espesor, que no va más allá del significado material e inmediato de lo mostrado. El desenlace pretende ser trágico, con destinos que se cruzan en el peor momento. La verdadera tragedia, sin embargo, pertenece a la Grecia Antigua. Una tragedia cubana a lo más que puede llegar es a telenovela, con zapaticos blancos y niñas huérfanas por obra de un cruel destino.

María Gabriela Colmenares
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 3 de agosto de 2006