La ciudad perdida (The Lost City, 2005)
Heiner Müller pedía que se repitiera infinitamente: "La revolución es la máscara de la muerte. La muerte es la máscara de la revolución"... Interviniendo las instituciones, toda revolución termina siendo destructiva. Y a esto se refiere el filme de Andy García a pesar de sus múltiples problemas. Es excesivamente largo, abusa de la música popular isleña y algunos personajes resultan gratuitos (el bufón shakesperiano interpretado por Bill Murray es un ejemplo). Pero evade las lacrimosas recreaciones nostálgicas de aquel paraíso tan al gusto de Hollywood y sus exiliados cubanos. El filme muestra la desintegración de una familia burguesa durante la transición entre la dictadura de Batista y la que está por venir: la revolucionaria. Las causas de esta desintegración son afectivas e ideológicas, pero también son impuestas por uno u otro gobierno. La intervención en lo educativo o lo religioso, el lenguaje militar y, por supuesto, aquello que resulta conveniente, son factores que van creando las fisuras. Y por eso éste no es un dramón familiar como podría esperarse. La destrucción de esta familia es la de una institución. Esa que suele definirse como la célula fundamental de la sociedad.
Ricardo Azuaga
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 21 de diciembre de 2006
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