Capote (2005)
Bennett Miller, el director, es un galardonado documentalista que hace aquí su primera ficción (sobre la historia real de Truman Capote escribiendo su “novela de no-ficción” A sangre fría). Philip Seymour Hoffman, un actor cuyo arte se ha apreciado en muchas películas y cuyo físico lo había excluido del protagonismo otorgado a los galanes, encarna al escritor Capote. Esta combinación esencial es la clave, por encima de la excelencia del resto del equipo, del logro alcanzado por la película. Por una parte, está la visualización que hace Bennett de los puntos de referencia básicos de la experiencia humana que lo ocupa. Son éstos la inmensidad de los horizontes rurales de EEUU, como realidad inasible; las gozosas multitudes de la vida “social” e intelectual de Nueva York, tanto más distantes cuanto más “naturales” parecen; y, calibrados al mínimo, tanto los diversos entornos del escritor como sus encuentros con los asesinos. Por otra, la tensión creciente y sin pausa con la que Hoffman representa a Capote, figura trágica que trasciende su mundana malicia, como Pandora que al abrir la caja naufraga ante el inexplicable mal.
Ambretta Marrosu
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 23 de marzo de 2006
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