El CNAC, la Villa y la Plataforma
El medio cinematográfico nacional ha mostrado algo de actividad en semanas recientes gracias a los cuestionamientos del cineasta Franco de Peña, los cuales generaron una polémica de escaso nivel entre éste y los funcionarios gubernamentales del área. En dicha polémica, los funcionarios (Sesto, Almarza y Lossada, entre otros) dieron a conocer datos que, de otra manera, difícilmente estarían a disposición del público. Aprovechémoslos para formular algunas interrogantes. En 2006, a pesar de sus altas recaudaciones, el CNAC otorgó apenas 8 millardos al financiamiento de la producción. La Villa del Cine anuncia para 2007 un presupuesto de 28 millardos para la misma actividad. El CNAC, Instituto Autónomo creado por Ley, debe responder a los contribuyentes y a los cineastas con: 1) cuentas claras sobre la ejecución del presupuesto; 2) evaluación, basada en la calidad y llevada a cabo por un comité de representantes de distintos sectores, de los proyectos de los cineastas. La Villa del Cine, en cambio, es una fundación creada por decreto y, si bien el Ministro anunció inicialmente que prestaría “servicios para cualquiera que haga cine en Venezuela”, ahora, según el mismo Sesto, es una productora que “produce lo que a sus autoridades les parece que es adecuado en este momento”. La Villa, entonces, funciona cual empresa hollywoodense, pues reniega de sus obligaciones con los contribuyentes y los cineastas y produce sólo lo que su directiva, una cúpula designada por el Ministro, decide en función de los intereses de su propietario, el gobierno. ¿Seguirá languideciendo la función financiadora del CNAC y se concentrará la producción en la Villa? Es lo más probable, pues mientras el CNAC puede financiar proyectos ajenos a la ideología chavista, la línea de la Villa es la del gobierno: relectura revolucionaria de los héroes de la patria (Miranda y Zamora), coproducciones con Cuba, historias de justicieros populares contemporáneos, exaltaciones documentales de la revolución chavista, ideas argumentales de funcionarios interesados en la creación artística (La clase, del Ministro Sesto)… Llama la atención la existencia, en la Villa, de una Unidad de Proyectos destinada a “colaborar con los guionistas” para darles “una mirada crítica externa” al acto creativo. Tal unidad podría ser una respuesta al mito ampliamente difundido de que el problema del cine venezolano son los malos guiones. Pero podría tratarse de una instancia de censura previa, en la que se ajusten los guiones a las veleidosas y confusas directrices ideológicas de la revolución. De ser así, no quedarían dudas sobre el papel de la Villa como punta de lanza de la Plataforma del Cine.
María Gabriela Colmenares
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 15 de febrero de 2007
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