El placer de asistir a los rutilantes ilusionismos, los maliciosos escamoteos y las metáforas ingenuas o insidiosas propios del cine de Terry Gilliam (Brazil, Los viajeros del tiempo, 12 monos, El Barón de Munchausen, etc.) permite que aceptemos sin demasiados problemas la transformación de los eminentes lingüistas y folkloristas Grimm en dos hermanos vagabundos y tramposos que explotan las creencias populares. Pero con El secreto de los Hermanos Grimm (The Brothers Grimm, 2005) esta disposición se debilita: el exceso de detalles genera aquí más confusión que deslumbramiento; los efectos especiales carecen de inventiva; los destellos de originalidad van parejos con las imitaciones (insectos, armas voladoras); monotonía y banalidad del escenario y sobre todo la incapacidad narrativa del guión, inexplicablemente confiado a Ehren Kruger, un experto de segunda categoría en el género de horror.
Ambretta Marrosu
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 12 de enero de 2006
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