el dedo en el ojo: septiembre 2005

sábado, septiembre 24, 2005

La gran refrita

La nueva Ley de Cinematografía Nacional lo es respecto a la anterior ley homónima de la IV República (CAP, 1993). Una sola novedad importante: la creación de impuestos a los exhibidores, televisión de señal abierta, televisión por cable, distribuidores, videogramistas e industriales del cine que serán recaudados por el Fondo de Promoción y Financiamiento del Cine (FONPROCINE) y gastados por el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC). Impuestos que, por supuesto, los pagarán indirectamente los consumidores ya que los empresarios no los van a sacar de sus propios beneficios. Hay que celebrar que por fin el cine nacional va a nadar en la abundancia. Nuestra estimación, basada en la de la Asamblea Nacional, es que en el primer año el CNAC dispondrá de 172.000 millones de bolívares, unos 80 millones de dólares, con los cuales podría financiar cómodamente unos 70 largometrajes y le sobrarían todavía unos 22.000 millones de bolívares para gastos varios. Hay que lamentar que como en Venezuela es imposible producir más de 40 largos al año le van a quedar al CNAC, fideicomisados en FONPROCINE, 86.000 millones para otros gastos. ¿Cómo se utilizarán esos 86.000 millones de bolívares en un año? La Contraloría Social que ejercerá la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (ANAC) tendrá la respuesta. La botija petrolera da para todo. Despierta el apetito y lo sacia.


Alfredo Roffé
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 22 de septiembre de 2005

Punto y raya TV

El pasado jueves 15 de septiembre RCTV tuvo la buena iniciativa de ofrecer una alternativa a quienes por casualidad no tienen ganas de sentarse a evaluar la belleza codificada del Miss Venezuela, estrenando en la pequeña pantalla una película de aquí que mediante el conocido verso del poeta cubano Nicolás Guillén y una trama tragicómica tiene la no deleznable virtud de recordarle al espectador que la fraternidad de los pueblos no es cosa simple ni se puede solucionar con griterías o decretos. Pero ese programa se vio empañado por la repentina irrupción de una cadena gubernamental. Este tipo de accidente no es el único problema que se le crea a una película que se difunda por televisión. Otro día les cuento.


Ambretta Marrosu
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 22 de septiembre de 2005

Secuestro Express

El público. Un enorme éxito de taquilla en Venezuela, más de 15 salas durante un mes y sigue. No se veía nada semejante desde Macu (1987). ¿Cómo ha sido posible? Porque Jakubowicz, su director, logró que la Miramax americana, con mucho peso en el oligopolio de distribución-exhibición que maneja el negocio del cine en Venezuela, impusiera su estreno en 17 salas, acompañado por tremenda publicidad, desde vallas hasta cintillos en Internet. La lección. El público venezolano sí quiere ver cine venezolano, pero es espantado por la forma discriminada y marginalizada como se exhibe. Comparación. En USA la película fue estrenada sólo en 8 cines, contra 3.785 cines que estrenaron The Dukes of Hazzard esa misma semana. Es una falsedad que SE fue un éxito allá. La censura. Tal vez contribuyó al éxito de SE la declaración de José Vicente Rangel “(es) una película miserable (que nos pinta) como un país en crisis, sin ningún tipo de valor…” Una declaración que parece salir de la estética de Pérez Jiménez y no del prestigioso periodista que fue JVR. La película. Una lección bien aprendida del peor cine mundial. Como expresión, todos los trucos efectistas: pantalla partida en dos, en ocho, en cuatro, lente gran angular que deforma los rostros, montaje frenético de video-clip, etc. Como contenido, pura acción, en este caso drogas, golpes, cachazos, drogas, sexo gay, drogas, grosería en puro hip-hop, inicios de violación. No hay historia ni personajes. Más acción, ruleta rusa, policía corrupto, golpes, drogas, más policías corruptos, inicios de violación, drogas, y así hasta los 90 minutos necesarios. Un desastre.


Alfredo Roffé
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 15 de septiembre de 2005

CSI: El éxito del método científico

Nada memorable le debemos a Jerry Bruckheimer en el terreno cinematográfico. En lo que se refiere a la televisión, le debemos el haber producido CSI (2000), CSI Miami (2002) y CSI New York (2004). Estas series dan un nuevo aliento al policial televisivo al colocar al personal forense como figura central. En sus investigaciones plagadas de fórmulas efectistas y a la moda, se aplica el método científico en busca de certezas. Nada más irreversible que la muerte, nada tan implacable como la bioquímica, la biofísica y la autopsia, pues aportan indicios que se transforman en pruebas, hipótesis que dan lugar a teorías y sospechosos que se transforman en culpables (o inocentes que resultan exculpados, según el caso). Justo lo contrario de la ideología posmoderna, donde todo es intercambiable.


María Gabriela Colmenares
Publicado en Ultimas Noticias el jueves 15 de septiembre de 2005.

martes, septiembre 20, 2005

Sin City

A estas alturas, casi puede adivinarse que el legado de Quentin Tarantino al cine no pasará de referirse a la forma que él ha seleccionado para contar sus historias y al gusto por regodearse en la violencia.


En el primer aspecto, Tarantino experimentó con Reservoir Dogs (1992) y comprobó los resultados gracias a Pulp Fiction (1994). A grandes rasgos, se trata de historias donde arbitrariamente el inicio puede presentarse a mitad del filme y el desenlace no necesariamente coincide con el final de la película. No es que esto sea muy original, pero a partir de Tarantino fue una especie de descubrimiento para algunos realizadores industriales que, al adoptar este estilo, parecían adquirir cierto prestigio autoral a través de películas más o menos logradas.


Por otro lado, con sus Kill Bill (2003 y 2004) Tarantino desarrolla al máximo la otra opción, la del regodeo extremo en la violencia a partir de una anécdota cuya importancia dramática es mínima en comparación con los sangrientos efectos que produce.


Su principal heredero y pupilo, Robert Rodríguez, es un alumno bastante adelantado y ha aprendido al dedillo las enseñanzas del maestro. Al menos en cuanto a expresión se trata. En este sentido, Sin City es una muestra desbordada de cabezas cortadas, canibalismo, pedofilia y amputaciones de brazos, piernas y genitales masculinos con ese buen gusto que destilan los museos de cera, pero con la magia de la imagen en movimiento y el preciosismo que ofrecen los recursos digitales de Hollywood para este tipo de escenas.


Sin embargo, es en la construcción de la historia donde el alumno muestra sus mayores debilidades. Sin City es una película fragmentaria, que se articula alrededor de tres historias bastante aisladas una de otra con la intención de alcanzar una síntesis final que resulta, cuando menos, forzada. De hecho, sólo dos planos a lo largo de todo el filme pretenden este cometido sin mucho éxito. Un intento que demuestra, simplificando bastante, un mínimo esfuerzo creativo si se compara con la construcción global de Pulp Fiction, por ejemplo.


Aparte de esto, sólo resta mencionar el estilo visual utilizado por Rodríguez y los directores que lo acompañan en esta creación a casi seis manos. Un estilo que intenta imprimirle al filme el aspecto del comic que es fuente original de la historia, pero que en poco tiempo se agota como efecto, sin contar la duración excesiva de cada uno de los episodios. Si no fuera por el desconocimiento de la economía narrativa y un leve descuido en la integración de las historias, Sin City –con tantas mutilaciones y esa gama de colores utilizada para mostrar los chorros de sangre- sería un producto ideal para obtener la mejor calificación en el curso que dicta Tarantino a sus seguidores más fieles.


Ricardo Azuaga

domingo, septiembre 18, 2005

El dedo en el ojo

Si suena un poco agresivo, será según se mire. Si es el dedo del otro, seguro que duele. Si es uno mismo quien se coloca el dedo debajo del ojo es porque está pidiendo atención sobre alguna cosa. En esta columna prestaremos atención a lo que se ve. En particular al fenómeno audiovisual. Es decir el cine, la televisión, los videojuegos y otras manifestaciones audiovisuales de la industria del espectáculo y el entretenimiento. Se trata de comentarios variados, más o menos breves, con una posición crítica y abierta a la discusión. A veces colocaremos el dedo en nuestro propio ojo y otras en el ojo ajeno. Así que mucho ojo.